“A mí me pegaron y no me pasó nada” … ¡sólo naturalicé la violencia!.

 

“A mí me pegaron y no me pasó nada” …

  ¡sólo naturalicé la violencia!

Por ley, en México no más cachetadas, “manazos”, patadas, 

zarandeadas, insultos ni humillaciones.

Ma. de Lourdes Patiño Barba, Coordinadora de Investigación NIMA.


Existen muchos tipos de violencia que lastimosamente todavía se ejercen hacia niñas, niños y adolescentes, y regularmente se piensa en las formas más graves cuando se habla del tema: el abuso sexual, los homicidios, los golpes que provocan daños físicos severos o alguna discapacidad, las desapariciones forzadas de menores de 17 años… Todas ellas son situaciones inadmisibles y su incidencia es ciertamente muy preocupante, y como sociedad debemos movernos a la acción, hasta desaparecerlas.

Sin el ánimo de disminuir la atención que merecen, el hablar sólo de las situaciones graves de maltrato infantil y juvenil a veces genera que estos muy malos tratos se vuelven el punto de referencia para observar cualquier forma de violencia, y así otros actos y hechos menos “escandalosos” dejan de verse pero están allí, de fondo en la escena de la violencia cotidiana hacia niñas, niños y adolescentes: las nalgadas, los golpes con zapatos, cinturones u otros objetos, los “manazos”, los coscorrones, los pellizcos, los empujones, las sacudidas, el obligar a mantenerse bajo el Sol o el frío, o en posturas incómodas, o privar de alimentos por un tiempo... entre otras formas de castigos físicos.

Expresiones como “¿eres tonto, o qué?”, “estúpida”, “pareces ballena”, “vago”, “eres caso perdido”, "Como sigas llorando te voy a dar, yo para que llores con razón", “si no haces esto, ya no te voy a querer”, “inútil, no sabes hacer nada bien”… y muchas otras frases similares que ridiculizan, humillan, amenazan, intimidan o denigran son todas formas de violencia verbal y psicológica enfocada a manipular o controlar la conducta de niñas, niños y adolescentes.

¿Qué tanta es tantita?

Las formas más sutiles de violencia son alarmantes si vemos las cifras:  

En México hay casi 32 millones de niños, niñas y adolescentes menores de 14 años, que representan el 25.2% de la población del país (INEGI, 2020)… ¡una cuarta parte no es un grupo pequeño de ciudadanas/os!.

De acuerdo a la UNICEF y al Instituto Nacional de Salud Pública (2015) el 63% de niñas, niños y adolescentes de entre 1 y 14 años han sufrido algún tipo de violencia dentro de su hogar. El estudio también reveló que dentro de casa las niñas sufren más agresiones psicológicas, y los niños más castigos físicos.

“La violencia, en todas sus facetas, es uno de los principales desafíos que enfrenta México. Sus consecuencias se multiplican y agravan cuando los afectados son niños, niñas y adolescentes, porque les deja marcas físicas y emocionales que pueden permanecer toda la vida. Desafortunadamente, la violencia puede acompañarlos desde muy temprana edad: cuando son pequeños, sufren maltrato principalmente a manos de sus padres o cuidadores, y a medida que crecen, la violencia también se presenta en otros entornos: por ejemplo, en la escuela, en los lugares públicos que frecuentan y en las redes sociales(UNICEF, 2020).

Es muy preocupante que el hogar ocupa el tercer lugar de los espacios donde niñas, niños y adolescentes sufren violencia, y muchas de los actos maltratantes se realizan como estrategias de disciplina y de educación.

La violencia no queda en casa y en la infancia. El robo con violencia, los tocamientos indeseados (para mujeres) y las amenazas (para hombres) se vuelven más usuales conforme los y las adolescentes alcanzan la mayoría de edad (INEGI, 2014).

“A mí me pegaron y no me pasó nada” … a excepción de naturalizar la violencia.

El gran riesgo y efecto avasallador de usar la disciplina violenta es que se incorporan la violencia verbal, física y psicológica como formas naturales de relacionarse con las demás personas: amistades, vecinas/os, compañeros/as de escuela y de trabajo, pareja, familiares en general.

  • Se aprende que gritar, insultar, amenazar o menospreciar es normal y válido si se está enojado/a, si se quiere asustar o amedrentar a alguien, o si se quiere ganar algún beneficio.
  • Se aprende que golpear es natural y permisible si las palabras no son suficientes para que la otra persona haga lo que uno desea.
  • Se aprende a hacer un ejercicio de autoridad y de poder usando la violencia física y verbal.
  • Se aprender que los deseos, opiniones y decisiones de unos/as son más importantes que los de otras/os personas.

Las formas de disciplina violentas tienen fuertes efectos en el desarrollo de las habilidades socio-emocionales y cognitivas de niñas, niños y adolescentes, entre los que destacan:

  • No se aprende a controlar algunas emociones, como el enojo y la frustración.
  • No se aprende a dar valor a los sentimientos, ideas y decisiones de las otras personas, como equivalentemente valiosos a las propias.
  • Se vive con miedo e inseguridad y en consecuencia, con estrés. Estos sentimientos serán más frecuentes e intensos en la medida en que la disciplina violenta es más recurrente.
  • Se afecta su autoestima y la imagen de sí misma/o por creer aquello que le dicen su padre, madre y/o cuidadores significativos de no ser suficientemente hábiles, valiosas/os o dignos/as de amor.
  • Quien es castigado tiende a evitar relacionarse con quien lo castigó. La disciplina violenta fractura las relaciones de confianza y comunicación entre hijos e hijas con sus padre, madre y cuidadores.
  • Quienes son castigados desarrollan desconfianza en las personas, como efecto de saber que “deben cuidarse” incluso de aquellos que los aman y cuidan.

La exposición prolongada a estrés por violencia alterara el desarrollo del cerebro y puede llegar a repercutir en el crecimiento físico, cognitivo, emocional y social de quien la padece, a tal grado que las probabilidades de alcanzar un desarrollo adecuado durante la niñez son menores 2.4 veces en quienes padecieron castigos corporales rigurosos.

Por ley, en México no más violencia sutil como estrategias disciplinares y educativas.

En conciencia de la amplia incidencia en México de actos violentos como práctica de crianza y educación se aprobaron el 24 de septiembre de 2020 en la Cámara de Senadores, y el 10 de diciembre de ese mismo año en la Cámara de Diputados, reformas en la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes y en el Código Civil Federal, que establecen la prohibición del castigo corporal y el trato humillante contra menores de edad como forma de corrección o disciplina. La prohibición es aplicable a los padres, madres o cualquier familiar o persona que ejerza la patria potestad, tutela, guarda, custodia o crianza de niñas, niños y adolescentes; y se extiende a los encargados y al personal de instituciones educativas, deportivas, religiosas, de salud y de asistencia social.

Las reformas son sin duda un paso importante para establecer mejores condiciones para que niñas, niños y adolescentes vivan sus derechos a la vida, su sano desarrollo y bienestar físico, mental, emocional y social.

Las tareas por hacer son el realizar los ajustes pertinentes en todas las leyes estatales, y sobre todo, en el cambio cultural: cumplir y hacer cumplir la prohibición al castigo físico y el trato humillante. Es un gran reto para los y las adultas -pues muchos fuimos criados con castigos físicos y violencia verbal-- implica hacer conciencia y desaprender la violencia sutil, además de imaginar y crear nuevas formas de educación y relación con niños, niñas y adolescentes.

Si recordamos cómo nos castigaron siendo pequeñas/os y el dolor y la zozobra que causaba, seguramente encontraremos la motivación para hacer el cambio. 

Referencias:

Instituto Nacional de Estadística y Geografía (2014). Encuesta de Cohesión Social para la Prevención de la Violencia y la Delincuencia (ECOPRED) 2014. Recuperado desde: https://www.inegi.org.mx/programas/ecopred/2014/

Instituto Nacional de Estadística y Geografía (2020). Censo de población y vivienda 2020. Resultados nacionales. Recuperado desde: https://www.inegi.org.mx/programas/ccpv/2020/

Instituto Nacional de Estadística y Geografía (2020). Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2018-19. Resultados nacionales. Recuperado desde: https://ensanut.insp.mx/encuestas/ensanut2018/doctos/informes/ensanut_2018_informe_final.pdf

Sauceda–García, J.M., Olivo–Gutiérrez, N., Gutiérrez, J., Maldonado–Durán, J.M. (2006). El castigo físico en la crianza de los hijos. Un estudio comparativo. Boletín médico del Hospital Infantil de México. Recuperado desde: http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1665-11462006000600004

UNICEF (2019). Informe anual 2018. Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) México. Recuperado desde: https://unicef.org.mx/Informe2018/Informe-Anual-2018.pdf

UNICEF (2020). Informe anual 2019. Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) México. Recuperado desde: https://www.unicef.org/mexico/media/4256/file/Informe%20anual%202019.pdf

UNICEF / Instituto Nacional de Salud Pública (2015). Encuesta Nacional de los Niños, Niñas y Mujeres en México 2015. Recuperado desde: https://www.unicef.org/mexico/informes/encuesta-nacional-de-ni%C3%B1os-ni%C3%B1as-y-mujeres-2015



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