Reconocer la voz y la participación de Niñas, Niños y Adolescentes.


               

Reconocer la voz y la participación de Niñas, Niños y 
Adolescentes.
Alma Padilla García. 



“Hubiera querido ser grande para que me creyeran”
 Adolescente, víctima de abuso sexual.

  

La violencia exacerbada que en la actualidad viven NNA, precarizando la totalidad de sus derechos tiene como base el no reconocimiento de ser sujetos de derechos, asociado exclusivamente a los adultos, negando por lo tanto su existencia y  participación.
Es evidente que lo que hay detrás de este nulo reconocimiento a la participación de NNA, es el poder adulto céntrico.
Desde un panorama general, con base a datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP, 2019).  Guanajuato ocupa el primer lugar con mayor número de víctimas en homicidios 18, 551, de las cuales el 52.8% (9, 805) fueron homicidios culposos, mientras que el 47.1% (8,746) representaron los homicidios dolosos.  De los cuales el 10.25% fueron niñas, niños y adolescentes, un total de 1,901 por encima de la media nacional que es 6.13%. Es decir, en promedio están matando a 1 niña, niño y/o adolescente en nuestra entidad, ocupa el segundo lugar con tráfico de menores[1], con un total de 50. Del cual el 46%, está representado por niñas y adolescentes mujeres, frente a un 22% por niños y adolescentes hombres[2].
En una gran cantidad de casos que atendemos en NIMA, niñas, niños y adolescentes refieren no ser escuchados ante las violencias vividas, por madres, padres y cuidadoras, no se les cree, se les desestima e incluso se les tacha de mentirosas/os.  Este hecho coloca a NNA, en una posición pasiva y temerosa, potenciando la violencia y otorgando poder al agresor.
Sin embargo cuándo las y los cuidadores creen a NNA, y deciden enfrentar procesos de denuncia, aparece una nueva incredulidad, la de las autoridades, negando la voz y la capacidad de NNA de reconocer la violencia, las situaciones que les dañan y no les gustan incluso a temprana edad. Todo esto reafirma a NNA la devaluación en que se les concibe.
Ésta reproducción de no dar crédito a  NNA, es decir de pensar cómo primera respuesta que es un invento, tiene una profunda base de discriminación etarea y supremacía del ser adulto, sostenida por la mirada tutelar, que concibe que NNA no son seres completos, sino en proceso. Este hecho hace urgente dar paso al reconocimiento de NNA cómo sujetos de derechos humanos, constructores de su entrono psicosocial.
La Convención sobre  los  Derechos del Niño señala en su artículo 12, los Estados parte garantizarán al niño que esté en condiciones de formarse un juicio propio el derecho de expresar su opinión libremente en todos los asuntos que afectan al niño, teniéndose debidamente en cuenta las opiniones del niño(a), en función de la edad y madurez. Así mismo en el artículo 13 sostiene que el niño(a) tendrá derecho a la libre expresión; ese derechos incluirá la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas.
En este sentido cuándo los adultos limitamos o no promovemos la participación de NNA, además de violentar este derecho, sostenemos  un patrón de violencia y discriminación contra ellas y ellos, que en muchas ocasiones propicia nuevas formas de violencia en su entorno social y psíquico al no considerarse con capacidades de decisión y participación. Es evidente que estos procesos son formas de control que favorecen  a los adultos y a un sistema capitalista que construye adultos sin voz y moldeables a voluntad.
El ejercicio de los derechos de NNA, en específico a la participación además de ser un derechos humano, representa un cambio de perspectiva en el que se han considerado NNA, implica reconocimiento a su humanidad, además de construcción de habilidades y acciones que desencadenan procesos  de transformación social, política y económica en favor de NNA, en el que ellas y ellos son parte del cambio.
Este proceso atraviesa las leyes, pero sobre todo las prácticas en la cotidianidad, en la escucha de tus hijas, hijos, primas, primos, sobrinas, sobrinos, toda niña, niño y adolescente que merece ser escuchada(o), que requiere de un espacio de participación y de reconocimiento.


[1] El Código Penal de Guanajuato utiliza el término “menores” para referirse a niñas, niños y adolescentes.
[2] De acuerdo con el boletín de NIMA, 23 de Agosto del 2019.

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