Día mundial de la prevención del suicidio, 10 de septiembre.


Día mundial de la prevención del suicidio, 10 de septiembre.

Eliana Artemisa Haro Cervantes, coordinadora área psicosocial.

El pasado 10 de septiembre, se conmemoró el día mundial de prevención del suicidio. De acuerdo con datos de INEGI, Guanajuato ocupa el 5to lugar con mayor número de niñas, niños y adolescentes que se han suicidado. 

En mayo del 2013, la 66.ª Asamblea Mundial de la Salud adoptó el primer Plan de acción sobre salud mental de la historia de la Organización Mundial de la Salud (OMS). La prevención del suicidio forma parte integrante de este plan, que se propone reducir un 10%, para el 2020, la tasa de suicidio en los países. No hay una explicación única de por qué se suicidan las personas. Muchos suicidios se cometen impulsivamente y, en tales circunstancias, el acceso fácil a medios tales como plaguicidas o armas de fuego pueden marcar la diferencia entre la vida o la muerte de una persona[1].


La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha definido al suicidio como el acto deliberado de quitarse la vida; este hecho es considerado grave y perjudicial tanto para el individuo que lo comete, como su contexto, debido a la intención destructiva que hay en él. El suicidio es considerado un acto prevenible, y en la actualidad la tasa de suicidios es un indicador de evaluación para los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). En México, en 2016, ocurrieron 6 291 muertes por lesiones autoinfligidas intencionalmente (suicidios), lo que representa una tasa de 5.1 suicidios por cada 100 000 habitantes.[2]

El suicidio en niñas, niños y adolescentes es una realidad que socialmente aun es difícil de aceptar y que pocas/os adultas/os queremos enfrentar. Probablemente por la idea de que la infancia es solo una etapa de felicidad, pero la realidad es que no siempre es así para todas y todos. Posteriormente la adolescencia concebida como una etapa de rebeldía y reto hacia los adultos, desde esta concepción muchas veces cerrada a poder estar alertas a lo que  niñas, niños y adolescentes nos están queriendo decir, quizá un grito de ayuda desde sus propios recursos.

Según un estudio publicado en la revista The American Association of Suicidology, los casos de suicidio en adolescentes y adultos jóvenes mexicanos van en aumento por trastornos de ansiedad, conducta y personalidad. A su vez, el INEGI refiere que -entre 2006 a 2015-, por cada  100 mil niños entre 7 y 10 años, la tasa por este tipo de fallecimientos subió de 2.6% a 3.8%. Además agrega que las entidades que presentan las tasas más altas de suicidios por cada 100 mil habitantes es Chihuahua con 11.4; seguido de Yucatán, 10.2; Aguascalientes, 9.6; Campeche, 9.1; COlima, 8.5; Guanajuato, 7.8; Quintana Roo, 7.7 y Jalisco, 7.2 [3]

Es cierto que las madres, padres, cuidadoras, cuidadores son un soporte fundamental  para el desarrollo socioemocional de niñas, niños y adolescentes. En donde además de enseñárseles a quererse y aceptarse a sí mismas/os, a sentirse amados, respetados, valorados. En un ejercicio de garantizarles  todos y cada uno de sus derechos humanos, también es primordial permitirles la expresión de sus emociones, el reconocimiento de las mismas para que entonces se permita la posibilidad de una autorregulación sobre todo ante emociones como la tristeza, la rabia, el miedo  o la frustración.

Estas habilidades son de gran importancia para la prevención  de problemáticas como el suicidio ya que diversos estudios muestran que las niñas, niños y adolescentes que son vulnerables al riesgo de conductas suicidas y suicidio, tienen entre otros factores,  dificultades para expresar sus emociones y manejar situaciones que les generan estrés. 
Así como enseñamos  a niñas, niños y adolescentes aspectos básicos de la vida es importarte que siempre les  veamos y escuchemos como ellas y ellos lo necesitan desde lo que viven y no desde la mirada y escucha adultocéntrica. Es importante que nos tomemos el tiempo para que puedan expresarse y así aprender a reconocer, monitorear,  modular y adaptar sus emociones de manera adecuada y de acuerdo a la situación que enfrentan.

Para poder enseñarles esto debemos ser conscientes  de cómo nos comportamos cuando tenemos un problema, qué palabras usamos, cómo afrontamos las situaciones que nos generan estrés y cómo se las comunicamos a otros. Esto además de siempre de escucharles y permitirles en todo momento expresarse.

Cuando ellas y ellos se enfrenten a situaciones que les hagan sentir tristes, estresadas/os, frustrados,  de mal genio o intranquilos, es importante que les enseñemos y les pidamos que le pongan nombre a las emociones que pudieran estar sintiendo. Además de siempre estar alertas a cambios que pudieran estar teniendo en la casa, escuela o los círculos sociales en donde estén interactuando.
El  identificar las emociones, aceptarlas, validarlas y no juzgarlas, les muestra entonces que las emociones son pasajeras y que ellas y ellos tienen la capacidad de controlarlas. 



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