Día de la población indígena, 9 de agosto.
Itzel Berenice Hernández Rayas, Coordinadora área socioeducativa.
Cada 9 de agosto se conmemora el Día Internacional de los Pueblos Indígenas, en memoria de la primera reunión del Grupo de Trabajo de las Naciones Unidas sobre Poblaciones Indígenas celebrada en el año de 1982 en la ciudad de Ginebra, con el fin de sensibilizar sobre las necesidades y problemáticas de este grupo de la población.
En
México hay 121 millones de personas[1] y de acuerdo a la Encuesta
Intercensal de 2015, 21.5% se considera indígena[2] de acuerdo con su cultura,
historia y tradiciones, 1.6% se considera en parte indígena y 74.7% no se
reconoce como indígena; sin embargo, sólo 6.5% de la población de tres años y más
habla alguna lengua indígena[3].
La deuda
histórica que se tiene con las poblaciones indígenas, específicamente con las
niñas, niños y adolescentes, recae en la nula responsabilidad del Estado en
garantizar, respetar, promover y proteger los derechos humanos de cada persona
perteneciente a los pueblos indígenas, no reconociendo s derechos colectivos de
los pueblos indígenas.
El
Estado ha replicado las formas de conquista y abusado de su poder para el
sometimiento y control que limita el actuar y cotidianidad de las tradiciones
de los pueblos originarios, esto por la presión de la cual son objeto por su
rol de proteger sus territorios y recursos que son explotados, estos últimos no
comprendidos como base esencial para el desarrollo de sus propias costumbres y
cultura. Estos saqueos forman parte de las causas por las cuales los grupos
indígenas migran a distintas ciudades donde se ve coartada la preservación de
las tradiciones y prácticas propias a las futuras generaciones limitando la
adherencia a su comunidad, identidad, lenguas y costumbres.
Las
niñas, niños y adolescentes indígenas migrantes se encuentran en una brecha de
desigualdad entre la vida dentro de una comunidad indígena en comparación con
las ciudades, esto sostenido por un modelo económico capitalista que sus
estructuras están basadas en las individualidades y no tiene interés para
comprender las diversas formas de vida que ellas y ellos tienen, tales como la
mirada colectiva y su resistencia a las desigualdades y estructuras de autoridad
impuestas por las figuras de poder que discriminan sus formas de vida y que
atentan contra su dignidad y derechos humanos.
Es fundamental que el Estado promueva y establezca espacios para el ejercicio de la participación política plena y efectiva en el desarrollo de programas y/ o políticas públicas locales, estatales y federales en beneficio de las niñas, niños y adolescentes, particularmente a las infancias y adolescencias que pertenecen a pueblos indígenas donde se respeten y se garantice el pleno ejercicio de sus derechos, tradiciones y formas de vida que promuevan su identidad.
Así como movilizar las medidas correspondientes que frenen las acciones o formas de pensamiento que de manera directa o secundaria violenten la integridad de los grupos indígenas, esto mediante la concientización de una sociedad multicultural, una cultura del respeto a la diversidad que se cuestione y reformule las relaciones de poder en las que está inmersa para promover cambios estructurales que contribuyan a una sociedad democrática y con un enfoque en derechos humanos y colectivos.
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