Maternidades e infancias, por Alma Padilla
Durante muchos siglos, la
maternidad se ha asociado con un “deber ser de las mujeres”, en este sentido
las niñas y los niños son objeto de ese deber ser, necesarios para su
cumplimiento, sin importar el lugar que ocupen en la construcción de la historia
social y las consecuencias para la vida de las niñas y los niños, muchas de
ellas enmarcadas por el abandono y el maltrato en todas sus
manifestaciones. Bajo este razonamiento
tal vez simple pero complejo en su proceso de construcción, cuando la
maternidad o maternidades sean una decisión propia de las mujeres, las niñas y
los niños serán una construcción propia y no derivada de las madres en primer
plano y de las cuidadoras en segundo.
La maternidad como una
construcción social puede deconstruirse en beneficio de las mujeres, las niñas
y los niños, desmitificar idearios
sostenidos en el “instinto maternal” y la asociación del ser madre con el ser
mujer. Aun en este tiempo escuchamos mujeres referir desde este mito “ser madre es lo mejor del mundo, ninguna mujer
debe perdérselo” estas concepciones acrecientan está diada ideológica
mujer-madre y sostienen a las niñas y niños cómo derivados de la misma y no como
seres en integridad total, merecedores
de todo el reconocimiento social.
En la actualidad algunas mujeres
francamente se deslindan del cuidado de sus hijas e hijos, sin embargo no hay
un proceso consciente de reflexión anterior sobre la decisión del ejercicio de
su maternidad, es decir se cae en el deber ser mujer-madre, como una forma de
avalar el ser mujeres, siendo las niñas y los niños el refuerzo de tal proceso.
Ante este hecho se hace necesario
cuestionar desde la raíz las maternidades socialmente impuestas, la relación
maternidad-cuidado y el deslinde social del bienestar y cuidado de las niñas y
los niños, vistos como pertenencia de quienes los engendran y no como producto
de una sociedad participe de su construcción de sujetos.
La construcción social de madre y padre nos remite a “personas que engendran y cuidan a las niñas y niños” sin embargo esto en muchas ocasiones poco tiene que ver con la realidad, son evidentes diversas formas de descuido y maltrato, pero a pesar de eso, este ideario es funcional para descargar la culpa social que critica la acción que desde su visión compete a “los padres”, desmarcándose de su responsabilidad. Este proceso sostiene también un imaginario ideológico para las niñas y los niños, que se apegan a estas figuras en muchas ocasiones inexistentes (simbólicamente y reales), pero funcionales socialmente, en quienes recaen las funciones del cuidado. En este sentido muchas niñas y niños que nunca han tenido madres o padres desean tenerlos, es decir desean el constructo social que de la madre y el padre se ha creado. Me pregunto qué pasaría si deconstruimos este imaginario y lo transformamos en un proceso de cuidado colectivo, dónde más allá de quien engendra, valoremos, quien ama, quien cuida, quien cría y aporta a la construcción de sujetos de cada ser humano(a) niña, niño. En esta medida las niñas y los niños no desearán al constructo madre o padre, sino a personas que les prodigan amor y cuidado.
Bajo esta mirada la infancia de
acuerdo con Gaitán (2006), sería una condición social delimitada por una
construcción cultural e histórica diferenciada. Es claro que el constructo
cultural actual puede virar y somos parte de ese cambio, atrevámonos a darlo
reconociendo a las niñas y niños como parte de esta nueva construcción.
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